La clásica historia del niño huérfano que sufre toda clase de injusticias y tormentos le ha servido al gran Polansky para hacer una versión excelente, muy fría, como es su estilo, en donde el pequeño Oliver es más pequeño en relación a las grandes calamidades que lo acucian. Es muy fiel la reconstrucción de esa terrible era de la revolución industrial que tan bien retrató Dickens. La tristemente celebre época donde comenzó el trabajo infantil, la más brutal de todas las atrocidades de nuestro genero humano, que hoy aun se perpetúa en los paises asiáticos donde las grandes marcas de ropa tienen a niños trabajando en las peores condiciones de explotación. Seguirá aún el sistema de camas calientes? O ahora simplemente ni siquiera camas habrá?
Bueno pero el tema acá es el pobre Oliver. Siempre me resultó un poco inverosímil el hecho de que alguien mantenga la mas absoluta bondad y pureza, que tenga valores incorruptibles con todas las calamidades a las que el destino lo somete.
Y si bien Oliver finalmente se salva y es rescatado por la "burguesía", jamas puede superar el terrible daño de la brutalidad y la injusticia que se cometió contra él. Parte por culpa de el sistema capitalista y parte por culpa de la condición humana. Y justamente, en ese terrible final se muestra que el pobre Oliver jamas podrá ser feliz, que por mas que su vida haya sido "rescatada" no será tan facil borrar las crueles heridas del pasado.
Post scriptum: Nuestro querido crítico del rinconcito de la cultura dijo que esta no era un gran película de Polansky. Otra vez, este mediocre muchacho habla pavadas, realmente patético. Tal vez se pueda decir que al personaje de Oliver le faltó fuerza, esa es la crítica que yo le puedo hacer, pero ya sabemos, en el cine industrial, lo importante es la solidez de la trama, la solidez de la construcción de los personajes siempre queda en un segundo, tercer o cuarto lugar.
1 comentario:
no solo en asia hay trabajo infantil. en el corazón de la ciudad kirchnerista-macrista todas las noches hordas de sub 18 se ganan el pan como pueden. los oliver dejan de ser una novela para ser un fotograma en la cámara de telenoche y un fetiche de indignación para las almas sensibles. Lo de las camas calientes podría ser adaptado para un segmento de Venus: porno con conciencia anticapitalista. Una idea, nomás.
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